Natypeluso

Ella reescribe historias callejeras

No está articulando nada nuevo; lo hace con otras herramientas lingüísticas

Ella reescribe historias callejeras
No está articulando nada nuevo; lo hace con otras herramientas lingüísticas

Me atrae el trabajo performático musical de Nathy Peluso. La suya es la narrativa de la mujer contemporánea en tono pornográfico y kitsch.

Reescribe historias callejeras con las “minas” (muchachas) como centro de atracción; además, es el ser deseante que reta al cuerpo de los otros.

Su fuerza femenino-masculina la hacen entrar en una industria que aplaude lo “novedoso”, paradójicamente ya probado.

Nathy no está articulando nada nuevo, ya otras lo dijeron muy bien; pero ella lo hace con otras herramientas lingüísticas, y como la forma es fondo, introduce nuevos paisajes.

Lo suyo es el escándalo y su música es chillante, cursi, negra y roja; su voz varía de acentos e idiomas. Es una niña imitando voces frente a las cámaras.

Peluso hace una fusión de elementos de la cultura oral popular de varios países de Latinoamérica y lo mezcla con el inglés y el italiano, principalmente.

De esa manera escuchamos una mezcla de cantos y ritmos que no deberían estar en un continuo y menos aún funcionado como un sistema y, sin embargo, lo están.

Es la vulgaridad y las palabras soeces lo que está construyendo a esta nueva estrella, envuelta no solo en pulsiones adolescentes, sino en aquellos juegos infantiles que muchas veces tenían que ver con ser otro. 

Y Nathy se burla de sí misma, eso la hace particular, se sabe en un papel.

Una mujer cosmopolita que es capaz de disfrazarse todo el tiempo ha sido la aspiración de Madonna y Lady Gaga, acaso también la de la italiana Viktoria Modesta.

La mujer camaleón se lanza a las garras de la fama en un orgasmo que no para, posiblemente, de sorprenderla.

La industria del espectáculo deforma la imagen propia. Su capacidad de modificación puede ir en su contra o convertirla en una rebelde pop, no muy diferente a lo que ya existe. ¿El modelo de la mujer actual es esa que no tiene pelos en la lengua y que dice lo que le escurre del cuerpo?

Su sensualidad está justamente en la triada femenino-masculina-infantil como con Michael Jackson.

Nathy se pregunta: “¿será que los hombres les tienen miedo a las mujeres poderosas?” Yo revertería la ecuación sintáctica y me preguntaría: “¿será que las mujeres todavía no estamos acostumbradas a ser poderosas?”, ¿nuestra nueva forma de vernos y vivirnos tiene que estar relacionada con lo que al otro le gusta o no?

Alguien ya dijo que el deseo es triangular, otro dijo que deseamos deseos.

Nathy Peluso es una estrella internacional que nace y es un tanto monstruosa como otras, lo teatral y circense siguen siendo muy importantes para la industria del espectáculo masivo. El lenguaje de sus canciones tiene muchos registros del español hablado, lo que conocemos como dialectos del idioma. Así las palabras penetran no sólo al mismo español, sino quizá a las lenguas del mundo, debido al carácter de mantra de la música.

Peluso juega con las palabras vivas que, efectivamente, siente latir enamorada como muchos de la fama. Resulta muy lindo musicalmente la elisión de la “s” es sus canciones. Esta “mujer extravagante y animal” es una hipérbole de la mujer latina: un estereotipo.

Así como el cine abraza fuertemente al antihéroe y a una belleza acaso deforme, la industria musical también se envuelve en esos vahos característicos del teatro clásico.

Con el trabajo de Peluso se ve cómo la teatralidad ha adquirido formas que son nuevamente aplaudidas por las grandes masas.

Es la pesadilla de Grotowski: el espectáculo no mueve a un cambio social o político, estabiliza y normaliza lo irreverente sin pasar por un proceso crítico.

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