Como casi todos los saberes, a la filosofía se le ha asignado un solo Padre. ¿Por qué? ¿Para qué? Ha habido cierta discrepancia respecto a la identidad específica de dicho Padre, pero no respecto a la idea de que debe haber uno solo.
A los filósofos e historiadores de la Filosofía patriarcales les interesa y les conviene reconocer en Sócrates a esta figura. Y esto da mucho qué pensar en lo que a división sexual del trabajo se refiere, es decir, a la organización de las diversas y variadas actividades sociales de acuerdo con el género que tienen las personas.
Indiquemos uno de los aspectos más importantes de esta división u organización de los trabajos sociales.
Al asignarle un solo Padre a cada campo de conocimiento en general y al conocimiento filosófico en particular, se intenta establecer la idea de que el conocimiento está relacionado más con la naturaleza masculina que con la naturaleza femenina, pues no se reconoce a las mujeres como fundadoras o productoras de este tipo de prácticas y pensamientos.
Por ende, se intenta establecer la idea de que las vocaciones científicas y filosóficas son legítimas cuando de hombres se trata y dudosas cuando de mujeres hablamos. De ahí que las mujeres sean tan cuestionadas y obstaculizadas cuando intentan realizar vocaciones de este tipo.
Consideremos la biografía de Sócrates y pensemos en cómo fue un elemento indispensable para valorar y seleccionar a Sócrates como único Padre de la Filosofía.
Sócrates fue un filósofo racionalista y moralista que desarrolló su pensamiento en el contexto de la decadencia cultural y debilitamiento militar de la Atenas del siglo V a. de C. Fue un hombre que perteneció a las clases bajas de dicha ciudad. Se casó con Jantipa, con quien tuvo tres hijos que no crió y a los que abandonó: Lamprocles, Sofronisco y Menexeno.
El momento climácico de su vida lo representa un juicio oral, en el que se defendió por acusaciones como mal educar a los jóvenes o introducir dioses extranjeros en la sociedad ateniense.
Después de escuchar sus argumentos así como los de sus acusadores, el jurado encontró a Sócrates culpable y éste tuvo que escoger entre dos castigos: el ostracismo (expulsión de la ciudad) y la pena de muerte. Sócrates eligió beber el veneno mortal.
Los biógrafos e historiadores patriarcales de la filosofía que han propuesto a Sócrates como el Padre de ésta suelen retratar a Jantipa como una mujer histérica y malhumorada que maltrató a Sócrates, sin confirmar el retrato y mucho menos indagar la razón de este tipo de personalidad.
¿Cómo habrá sido la vida de Jantipa? Jantipa tuvo que criar sola a tres hijos. Jantipa tenía un esposo que no aportaba dinero a la casa, que se ausentaba muchos días por estar discutiendo con otros hombres sobre la política de la ciudad y sobre lo que son las virtudes.
Sócrates pensaba que su estilo de vida era justo, que la vocación filosófica legitimaba el sacrificio, el trabajo y la explotación de su esposa. Obviamente pensaba esto porque había una imposición social que le permitía pensar y valorar las cosas de este modo.
Ese momento culmen donde Sócrates elige sacrificarse por la verdad y la filosofía a cambio de su propia vida, momento estetizado y sacralizado por la historia machista de la filosofía, es el mismo donde Sócrates pone en el último lugar de sus preferencias la vida de Jantipa y la de sus hijos.
Qué curioso que el Padre de la Filosofía haya sido, al mismo tiempo, un padre y un esposo ausente. Y este asunto no es un asunto pretérito, es un asunto actual que tiene que ver con todos nosotros pues nos jugamos en él.
Sócrates no sabía que muchos años después iba a ser valorado como el Padre del conocimiento filosófico.
Nosotros sabemos que una razón poderosa por la que ha sido reconocido de ese modo es porque fue un hombre que vivió un tipo de vida en la que sólo los hombres hacen tareas intelectuales y las mujeres hacen tareas de crianza y cuidados.
*Profesor de Filosofía del plantel Naucalpan.
